Blanca Pedrín y Los Cabos: ¿Activismo o negocio disfrazado de ecología?

Blanca Pedrín y Los Cabos: ¿Activismo o negocio disfrazado de ecología?

Los Cabos enfrenta otra crisis ambiental, pero esta vez la polémica tiene rostro y nombre: Blanca Pedrín.

Su proyecto de construcción en zonas de dunas no solo amenaza ecosistemas frágiles, vitales para proteger la costa de la erosión y mitigar el cambio climático, sino que también revela un patrón inquietante de irregularidades legales.

Blanca Pedrín: Un lobo disfrazado de oveja

Inspecciones ciudadanas y revisiones de campo han detectado graves deficiencias: residuos mal manejados, ausencia de señalización y nula supervisión ambiental.

Peor aún, la obra podría estar violando límites territoriales y avanza sin la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) que la ley exige para proteger el entorno. Ignorar este requisito no es un descuido burocrático: es un desprecio flagrante por el medio ambiente.

Los Cabos y sus ecosistemas pagan el precio de la contradicción de Blanca Pedrín.

El contraste entre su discurso y sus acciones es alarmante. Tras retirarse de la candidatura a diputada federal, Pedrín mantiene un perfil ambiguo, mientras su proyecto sigue adelante sin rendir cuentas.

El mensaje es claro: el activismo que proclama puede ser solo un velo que oculta intereses personales y económicos.

El reciente video “Blanca Pedrín y el lobo” plantea la pregunta que muchos se hacen en Los Cabos: ¿es realmente una defensora del entorno o una empresaria estratégicamente construyendo un imperio detrás de causas sociales?

Según el material, su figura pública de “activista comprometida” podría ser solo una fachada, mientras sus actividades privadas buscan lucro y expansión empresarial.

Mientras la comunidad exige transparencia, el proyecto avanza, evidenciando que en la práctica el discurso ambientalista puede ser solo un instrumento de marketing social.

La verdadera pregunta es incómoda, pero necesaria: ¿podemos seguir confiando en líderes que mezclan causas sociales con ambiciones económicas? Los Cabos, y sus ecosistemas, podrían estar pagando el precio de esa contradicción.